domingo, 18 de septiembre de 2011

Oswaldo Pulgar Pérez || Despertares

El siguiente texto es publicado con fines netamente educativos y no comerciales

La mugre ministerial

Texto original del diario El Carabobeño

Oswaldo Pulgar
Se encuentran Manolito y Mafalda. Esta le dice a aquél: -¡Qué barbaridad! ¿Dónde te has ensuciado así? A lo que Manolito le contesta: -Aquí en la escuela. -La escuela depende del Ministerio de Educación ¿No? -Sí contesta Mafalda. -¡Vaya! -dicen ambos. Y Manolito puntualiza: -Es la primera vez que consigo mugre a nivel ministerial!

De entrada pareciera que voy a criticar algún ministerio. Y no. Voy más bien a intentar sacarle punta a un diálogo tan sencillo como profundo, si lo consideramos bajo el punto de vista, ¿Cómo lo diremos? De quien no quiere quedarse en la “espuma de la cerveza”.

La suciedad intensa o mugre, puede darse en el cuerpo o en el alma. O en los dos sitios. Es una acumulación de basura que hemos permitido que se almacene encima o dentro de nosotros mismos.

La acumulación de basura, cuando no se la despacha a su sitio definitivo, comienza a oler mal. La putrefacción se desarrolla invadiendo los intersticios más recónditos del cuerpo o el alma. La suciedad física no es tan grave si se la atiende enseguida cuando se produce.

En cambio la basura en el alma, es más dañina, porque a veces no la consideramos basura, y hasta creemos que es como una condecoración. La exhibimos en sociedad, como quien presenta a una quinceañera. Otras veces, minimizamos su carácter de basura, como para quitarle importancia cuando en realidad la tiene. Si es necesario, la llamamos cariñosamente basurita, para justificarla bajo cualquier pretexto.

La suciedad del cuerpo se arregla con un buen baño, jabón, desodorante y colonia. ¡Cuántas veces los niños y también los perros la necesitan y es tan reconfortante! La ducha refrigerante después del ejercicio físico la necesitamos todos, también el motor del carro.

Más indócil es la mugre del alma. Nacimos sin control de calidad. Queremos portarnos bien y nos portamos mal. Queremos amar y odiamos. Queremos trabajar y holgazaneamos. Queremos ser honrados y pedimos que nos pongan “donde hay”. Venimos con un defecto de fábrica, un daño antropológico, una inclinación al mal, que si no la combatimos, empieza a ensuciar el alma. Cuanto más tiempo pasa, más difícil de remover. Se van acumulando en ese caldo de cultivo, insectos muertos y hojas podridas que neutralizan el oxígeno que tanto necesitamos para respirar.

Cuando una persona se cree buena, lo más probable es que no lo sea. Si se cree mala, probablemente sea cierto, pero ordinariamente no; es buena. La primera es humilde, la segunda, no.

No es lo mismo ser un buen profesional, que un profesional bueno. Lo primero se refiere al aspecto técnico, lo segundo al aspecto moral o ético de su conducta. Ambos aspectos van unidos, no deben separarse. Veamos un ejemplo.

Un alumno va a matricularse en Medicina -cuenta Covey- y le preguntan lo siguiente: Si usted tuviera que operarse a quién escogería: a) A un médico competente, que no es honrado. b) A un médico incompetente, que sea honrado.

El estudiante, con una chispa increíble le contesta: Si tuviera que operarme escogería al competente. Si lo que estuviera planteado fuera operarme o no, escogería al honrado.

Las dos cualidades destreza y competencia no pueden separarse. Es lo que llamamos integridad, unidad de vida, o coherencia. Cuando en un país cunde la corrupción, es señal de que faltan hombres y mujeres coherentes. Gentes que no se dejan comprar, que tienen una conducta rectilínea, en cuya vida no hay grietas.

De modo que el médico eficiente -buen médico- tiene que ser además un médico bueno. No es lo mismo ser buena persona que una persona buena. La primera se refiere a la calidad humana (personalidad, ingenio, simpatía), y la segunda a su calidad moral: al modo como vive.

La mugre se instala cuando falta la coherencia. Son incompatibles. Desarrollemos las buenas costumbres, con unidad de vida y la mugre no encontrará espacio para instalarse.

opulgarprez6@gmail.com