El siguiente texto es publicado con fines netamente educativos y no comerciales
Te lo diré por teléfono
Texto original del diario El Carabobeño
A poco de comenzar la conversación el ejecutivo siguió atendiendo llamadas por el BlackBerry y otras que le pasaba la secretaria. Por si fuera poco le llegaban mensajes por el celular que, a su juicio, debía responder enseguida. Después de un rato de espera mi amigo se cansó de tanta displicencia, se levantó, dio media vuelta y se fue, no sin antes decirle: -¡Te lo diré por teléfono!
No hace falta el inolvidable libro de Carreño para percatarse de lo desagradable que es sentirse maltratado por falta de atención. Uno de los consejos de este profesor era que debíamos mirar a nuestro interlocutor a los ojos cuando habláramos con él.
¡Claro que nos alegramos con los progresos científicos! ¡No faltaba más! Pero hemos de ser prudentes para que la conversación por teléfono no sustituya a la serena conversación "en vivo". Los celulares nos pueden convertir en esclavos y pueden destruir la convivencia en el hogar.
El lenguaje "en vivo", -el diálogo- es también un "excelente adelanto técnico" que no debemos menospreciar. Nos permite gesticular, enfatizar, volver atrás si vemos que no nos han entendido, etc. Desde luego, hay asuntos que por teléfono se pueden y se deben resolver, pues lo contrario sería perder el tiempo. Pero eso no implica atropellar a otros con la indiferencia.
Hay que defender la buena educación. La calidad humana -que se manifiesta en saber valorar a los demás-, es un aceite lubricante de primera. Por mucho que practiquemos "la hora venezolana" no nos podemos acostumbrar a ella. Llegar tarde es despreciar el tiempo de los demás, aunque con cara de osito panda, digamos "perdonen la tardanza".